domingo, 31 de julio de 2011

El nadador

Barcas y palacios by Kaosjsi
Barcas y palacios, a photo by Kaosjsi on Flickr.

Sin saber porqué volvió a pensar en ella. Quizás fue aquel olor a piel mojada o el reflejo de la luna sobre el velo de agua que cubría sus pies.
“Dame un beso”- Le dijo cerrando los ojos y dibujando un corazón con sus labios. La luna se rompía en mil pedacitos sobre la oscura superficie de un mar vigilante y cómplice.
Sabor a sal, y aquel cálido temblor pulsátil (¿mi corazón o el suyo?).
Un segundo, un minuto, toda una vida...
Intentó borrar su imagen mientras nadaba hacia el horizonte. Pero sus palabras rebotaban en el interior de su cerebro como una bola de billar chocando contra las paredes de su cráneo.
Trató de pensar en su vida gris, en su depresión, se esforzó por recrear la enfermedad, el dolor, la muerte.
Intentó vaciarse de toda esperanza, anular cualquier sentimiento que le aferrará a la opaca y fría realidad.
Pero mientras se hundía, después de dar las últimas exhaustas brazadas, vio claramente sus ojos, aquella mirada huidiza en la que se perdía, borracho e iluso, y deseo llorar hasta enmudecer. Pero ya era tarde. Para entonces su corazón era tan solo un órgano, y sus ojos un pozo seco y vacío.

jueves, 21 de julio de 2011

Meteorología del corazón

Mientras nevaba en el trópico
su corazón frío, de mármol
se derretía de dolor.
Algo mas que el tiempo
se le escapaba entre las manos
al narrador.

Tanto se mantuvo distante
que al final la distancia
se hizo real.
Mientras el espejismo
desaparecía en el desierto,
un trocito de mar rodaba
por la mejilla del narrador.

Y era el mar, tiempo después
el que explotaba ante sus ojos.
No eran olas:
Esos golpes de agua y espuma
que reventaban ansiosos en la playa
eran sus viejos recuerdos
sorteando el laberinto de su memoria

La lluvia, lenta y espesa
lo arrastraba todo a su paso
los deseos, los miedos,
los anhelos, la esperanza...
El mundo se empapaba en un manto
húmedo.
Pero el se sentía seco e infértil,
como aislado de todo.

Y de repente el sol brotó
feroz y brillante.
Y la primavera,
hecha un río de colores
se colaba por sus ojos.

(Sabinillas. Marzo 2005)